El televisor
Anteanoche se me estropeó el televisor. Debo reconocer que no lo he echado de menos porque hace ya tiempo que no le hago mucho caso. No sé, si me apuran les diré que últimamente le he visto algo triste, como renuente a mí, apagado.
Ahora, cuando tengo delante al chico del taller de reparación escudriñando y urgando en las tripas del aparato, me angustio y me pregunto si quizá no le he prestado toda la atención que necesitaba, que me requería silenciosamente, sufridamente, desde el fondo del salón. Los ojos comienzan a empañárseme recordando que la última vez que hablamos fue con las noticias mientras yo cenaba, y yo terminé de muy mala ostia, se me quitaron las ganas de comer y me acordé hasta de la madre que parió a Perete. Quizá no debí ser tan duro... ¿Qué culpa tenía él de Urdaci, de Ana Obregón, de la telemierda en suma? Era un televisor ya mayor, que se lo había currao, que nunca había dado una mala tos ni un mal constipado. Sus achaques tenía, claro está, a su edad, y temo que mi falta de cariño y calor agravó su estado. Anteanoche fui a encenderlo y no reaccionó. Estaba frío, insensible. Lo intenté varias veces; desesperado, pero no hubo remedio.
- Me parece a mí que no hay solución ?la repentina voz del muchacho me hiela la sangre -. Con tantos años, el aparato no ha aguantado la falta de uso.
Me quiero morir. Mis funestas sospechas se confirman. Estoy en un estado emocional que apenas me permite decir, entre sollozos:
- Llévatelo... no quiero verlo...
Cubrimos al difunto con una tela blanca y el reparador se lleva mi televisor, previo pago de trescientos cincuenta y ocho euros con cincuenta en concepto de desplazamiento, mano de obra (inspección) y propina que amablemente le concedo por llevarse al pobrecito a un cementerio de televisores. En el umbral de mi puerta, saco fuerzas para decirle al chaval:
- Joven... quizá alguna de sus piezas... alguno de sus cables sirva para salvar a otro televisor... sepa... sepa que tiene mi permiso.
Hace un grave gesto de asentimiento y yo cierro la puerta rápidamente, no pudiendo contener la emoción. Con el disgusto que tengo, no pienso comprarme jamás otro televisor.
Ahora, cuando tengo delante al chico del taller de reparación escudriñando y urgando en las tripas del aparato, me angustio y me pregunto si quizá no le he prestado toda la atención que necesitaba, que me requería silenciosamente, sufridamente, desde el fondo del salón. Los ojos comienzan a empañárseme recordando que la última vez que hablamos fue con las noticias mientras yo cenaba, y yo terminé de muy mala ostia, se me quitaron las ganas de comer y me acordé hasta de la madre que parió a Perete. Quizá no debí ser tan duro... ¿Qué culpa tenía él de Urdaci, de Ana Obregón, de la telemierda en suma? Era un televisor ya mayor, que se lo había currao, que nunca había dado una mala tos ni un mal constipado. Sus achaques tenía, claro está, a su edad, y temo que mi falta de cariño y calor agravó su estado. Anteanoche fui a encenderlo y no reaccionó. Estaba frío, insensible. Lo intenté varias veces; desesperado, pero no hubo remedio.
- Me parece a mí que no hay solución ?la repentina voz del muchacho me hiela la sangre -. Con tantos años, el aparato no ha aguantado la falta de uso.
Me quiero morir. Mis funestas sospechas se confirman. Estoy en un estado emocional que apenas me permite decir, entre sollozos:
- Llévatelo... no quiero verlo...
Cubrimos al difunto con una tela blanca y el reparador se lleva mi televisor, previo pago de trescientos cincuenta y ocho euros con cincuenta en concepto de desplazamiento, mano de obra (inspección) y propina que amablemente le concedo por llevarse al pobrecito a un cementerio de televisores. En el umbral de mi puerta, saco fuerzas para decirle al chaval:
- Joven... quizá alguna de sus piezas... alguno de sus cables sirva para salvar a otro televisor... sepa... sepa que tiene mi permiso.
Hace un grave gesto de asentimiento y yo cierro la puerta rápidamente, no pudiendo contener la emoción. Con el disgusto que tengo, no pienso comprarme jamás otro televisor.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home