9 de octubre de 2003

Lecciones de democracia de baja intensidad (I)

Hola amiguitos. Hoy inauguramos una nueva sección en Apuntes del Subsuelo: Lecciones de democracia de baja intensidad, cuyo propósito es formar a todo el que quiera en el espíritu de nuestro sistema de organización social.

Decía Séneca que largo es el camino de la teoría pero corto el de la práctica, así que procederemos a ilustrar nuestras enseñanzas desde ejemplos concretos. El de hoy es el siguiente:

Cuando las nada democráticas multinacionales (esto es, el verdadero gobierno) estaban cocinando su última guerra geo-económica, allá a principios del 2003, los mandos militares estadounidenses mostraron su malestar con el gobierno de Turquía ya que el parlamento de Ankara, sensible a la opinión de su pueblo, decidió no enviar tropas a Irak. Los diplomáticos turcos tuvieron que escuchar de todo... hasta incluso alguna "sugerencia" por parte de los norteamericanos que venía a recomendar que, en estos casos tan delicados, las decisiones no se pueden dejar en manos de políticos blandos.

Tiempo después, cuando las multinacionales consiguieron su anhelado objetivo geo-estratégico, el portavoz principal de los intereses de los Señores del Dinero y su cohorte de Prohombres de la Democracia repartieron parabienes entre los que les secundaron y leyeron la cartilla a los que no.

Según estos ínclitos caballeros, salvaguarda de los valores democráticos y custodios de la Libertad, aquéllos políticos que desoyeron el clamor ciudadano eran líderes con coraje y aquellos quienes se mostraron más sensibles al mensaje de los millones de personas que se manifestaron en contra de la opción bélica eran poco menos que peligrosos para la salud y bienestar de la democracia universal.

Así que ya sabéis, amiguitos, el Gran Jefe nos lo deja muy claro: para ser demócrata, demócrata de verdad, de los buenos, hay que ignorar al pueblo cuanto más mejor. A fin de cuentas, el vulgo sólo entiende de fútbol y de programas de televisión y, de pascuas a ramos, algunos de ellos echan un papelito en una caja de cristal. ¿Qué van a saber ellos lo que les conviene a banqueros, políticos y militares? Nada, claro está.