8 de enero de 2004

Cristanismo en el Siglo XXI

Al parecer, hace unos días, el cardenal Rouco Varela se explayó en una homilía contra el derecho que tienen los homosexuales a exigir los mismos derechos que los heterosexuales.
A los ya consabidos argumentos del fundamentalismo católico ("ruptura de la relación amor-vida", "banalización hedonista de la experiencia del amor", "inversión antinatural"), que no dejan de ser puros apriorismos subjetivos, este líder espiritual remachó su discurso advirtiendo de la "amenaza de quiebra del sistema de la seguridad social" de las sociedades avanzadas (¿avanzadas? ¿se referirá a la nuestra con un sermón propio del siglo XII?). Hale. Como lo de decir que los homosexuales son hijos del demonio parece que no termina de calar, los integristas apelan al bolsillo, fibra sensible del ciudadano.

Se olvida este miserable personaje, cuyo sueldo como presidente de la Conferencia Episcopal depende de los presupuestos del Estado, que los gays y lesbianas pagan impuestos como cualquiera, o incluso más, puesto que no pueden beneficiarse de ciertas bonificaciones fiscales que los demás sí. Iguales en obligaciones, desiguales en derechos. Se olvida también este mamarracho que su sueldo también los pagan los homosexuales cristianos.

Me cuentan que un concejal de un municipio se ha quejado de que en la cabalgata de los Reyes Magos estos aparecieran ataviados con turbantes, algo que debió parecerle demasiado moruno, demasiado terrorista. Si al final va a resultar que los Reyes Magos no eran de Oriente sino de Texas.

Yo el futuro lo veo muy negro, qué le vamos a hacer. Políticos metidos a teólogos, clérigos metidos a economistas malthusianos. Uf, qué panorama. Con cristianos como éstos, que se quite el mismo Cristo.