8 de julio de 2004

Una buena noticia

Desgraciadamente, no hay nada como echar un vistazo a los medios de comunicación una mañana cualquiera para dejarle a uno el ánimo por los suelos.

Hoy, sin embargo, me he enterado de que una asesina ha decidido hacer lo que quizá debía haber hecho hace mucho: ahorcarse en su celda. Debería haberse dado cuenta antes de que uno de los principales obstáculos para la liberación del pueblo vasco era ella.

Esta inmundicia humana fue la responsable del asesinato del psicólogo Francisco Javier Elosegi, a cuyos compañeros conocí en unas jornadas sobre Psicoanálisis celebradas en Madrid, hace ya unos años. La pérdida de su compañero (cuyo crimen fue el de trabajar en la prisión de Martutene para la reinserción social de los presos) era muy reciente y recuerdo muy vivamente sus ojos tristes y desesperanzados, pese a lo cual su intervención en aquellas jornadas fue magistral y a la altura de unos grandes profesionales. Su ponencia versaba sobre la mediación en conflictos sociales, de la que son expertos este grupo de psicólogos al que pertenecía Elosegi, como han demostrado en muchos lugares del mundo, entre ellos Bosnia-Herzegovina.

Las alimañas necesitan de enemigos para justificar su barbarie. Por eso es necesario eliminar a aquellos que, no teniendo el status de "enemigo", pueden contribuir a la solución del problema. Lo mismo hicieron con Ernest Lluch y con otros tantos.

Hoy he recordado a los compañeros de Francisco Javier. Y no he podido sino sentirme reconfortado. Y aunque es obvio que la desaparición de esta asesina no les devolverá a su amigo y compañero, sí que siento que los vascos y los no vascos hemos ganado algo. Algo de tranquilidad, al menos.

Que cunda el ejemplo.

Una etarra se ahorca en la prisión francesa donde estaba recluida