Sabiduría flamenca
Dice la coplilla:
Desgraciaito quien come
el pan por manita ajena,
siempre mirando a la cara
si la pone mala o güena.
O como contaba aquel cantaor: Un jornalero andaluz, tras recibir un puñetazo del patrón por habérsele resbalado un saco de aceitunas, decía con fervor rociero:
Pero qué bien que pega usté, señorito.
Sólo los hijos de nadie, los deshauciados, pueden permitirse el lujo de ser cristianos y poner la otra mejilla. Lo demás es cinismo.
Desgraciaito quien come
el pan por manita ajena,
siempre mirando a la cara
si la pone mala o güena.
O como contaba aquel cantaor: Un jornalero andaluz, tras recibir un puñetazo del patrón por habérsele resbalado un saco de aceitunas, decía con fervor rociero:
Pero qué bien que pega usté, señorito.
Sólo los hijos de nadie, los deshauciados, pueden permitirse el lujo de ser cristianos y poner la otra mejilla. Lo demás es cinismo.
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