12 de agosto de 2004

Sabiduría flamenca

Dice la coplilla:

Desgraciaito quien come
el pan por manita ajena,
siempre mirando a la cara
si la pone mala o güena.


O como contaba aquel cantaor: Un jornalero andaluz, tras recibir un puñetazo del patrón por habérsele resbalado un saco de aceitunas, decía con fervor rociero:
Pero qué bien que pega usté, señorito.

Sólo los hijos de nadie, los deshauciados, pueden permitirse el lujo de ser cristianos y poner la otra mejilla. Lo demás es cinismo.