En la aurora
¿Soy un hombre o soy un pájaro? Soy un hombre que sabe convertirse en pájaro.
El indio Don Juan, en Las enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda.
A veces, como sin quererlo, me convierto en pájaro y me elevo hasta casi alcanzar las nubes, surcando veloz los cielos sin destino preconcebido.
Mis únicos compañeros de viaje, los vientos. Abajo, con mi vista precisa, os veo a todos y cada uno de vosotros, luchando (viviendo y sobreviviendo) en la tierra, siendo capaz de entender por qué lloráis, por qué amáis u odiáis, por qué y a qué tenéis miedo, por qué os alegráis con pequeñas miserias mientras ignoráis los verdaderos peligros. Cómo podría explicaroslo... no sería capaz aunque me entendieráis. Tampoco quiero, porque yo soy uno de los vuestros, y ahora soy un pájaro que sabe convertirse en hombre, pues hombre nací y es posible que hombre muera. Quiero llorar con vosotros, amaros y odiaros, tener miedo con vosotros y, quizá, alegrarme incluso con las pequeñas miserias mientras ignoro los verdaderos peligros.
Hace ya tiempo que decidí ser hombre y no pájaro, por razones que no caben en un modesto blog como este. Simplemente ocurre que, cuando oigo los mantras de los vientos y el susurro de los espectros, no puedo evitar que los brazos se me encojan y el plumaje me aflore, y ya estoy listo para volar por encima de los valles y las montañas. Transcurrido un tiempo (un rato, un día, un año...) os echo de menos y vuelvo al polvo transhumante para compartir vuestro destino que es también el mío.
Ser un hombre, ser un pájaro, qué más da. Lo único relevante es poder ser.
El indio Don Juan, en Las enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda.
A veces, como sin quererlo, me convierto en pájaro y me elevo hasta casi alcanzar las nubes, surcando veloz los cielos sin destino preconcebido.
Mis únicos compañeros de viaje, los vientos. Abajo, con mi vista precisa, os veo a todos y cada uno de vosotros, luchando (viviendo y sobreviviendo) en la tierra, siendo capaz de entender por qué lloráis, por qué amáis u odiáis, por qué y a qué tenéis miedo, por qué os alegráis con pequeñas miserias mientras ignoráis los verdaderos peligros. Cómo podría explicaroslo... no sería capaz aunque me entendieráis. Tampoco quiero, porque yo soy uno de los vuestros, y ahora soy un pájaro que sabe convertirse en hombre, pues hombre nací y es posible que hombre muera. Quiero llorar con vosotros, amaros y odiaros, tener miedo con vosotros y, quizá, alegrarme incluso con las pequeñas miserias mientras ignoro los verdaderos peligros.
Hace ya tiempo que decidí ser hombre y no pájaro, por razones que no caben en un modesto blog como este. Simplemente ocurre que, cuando oigo los mantras de los vientos y el susurro de los espectros, no puedo evitar que los brazos se me encojan y el plumaje me aflore, y ya estoy listo para volar por encima de los valles y las montañas. Transcurrido un tiempo (un rato, un día, un año...) os echo de menos y vuelvo al polvo transhumante para compartir vuestro destino que es también el mío.
Ser un hombre, ser un pájaro, qué más da. Lo único relevante es poder ser.
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