Héroes
Oh we can beat them, for ever and ever / Then we could be Heroes, just for one day
David Bowie, Heroes
Esta noche he soñado que guardaba cola en la charcutería de mi barrio y que, cuando me llegaba el turno, pedía sin vacilar cuarto y mitad de carne picada de héroe.
-Muy buena esa carne de héroe, joven - me comentaba una sexagenaria y dicharachera clienta-. No hay otra mejor para las hamburguesas que les hago a mis nietos.
Yo sonreía y asentía a la señora mientras pagaba con billetes con manchas de sangre reseca a un grueso y sudoroso charcutero que me recordaba al de Delicatessen.
-¡Hay que ver, mucho mejor la carne de héroe de hoy en día que la del 36! - exclamaba alborozada otra mujer.
Yo simplemente callaba y agachaba la mirada mientras salía del establecimiento con mi bolsita de carne de héroe y yendo a mi casa pensaba en los héroes que habían dado su vida en conflictos armados, matanzas, genocidios, atentados, para que nosotros pudierámonos comérnoslos y seguir viviendo. Pensaba también que antaño a los héroes se les enterraba y se les recordaba dignificándoles. ¡Qué cosas! Cómo había cambiado todo: Ahora a los héroes, a los que verdaderamente merecen ese nombre (no a esos titiriteros que viven de la farándula mediática, no a los generales ni a los ministros), a ésos mártires anónimos nos los comemos y a veces hasta nos indigestan. ¡Qué cosas! Cómo hemos terminado: Fagocitándonos sin pudor en las escuelas, en los bingos, en las calles, en los conventos.
David Bowie, Heroes
Esta noche he soñado que guardaba cola en la charcutería de mi barrio y que, cuando me llegaba el turno, pedía sin vacilar cuarto y mitad de carne picada de héroe.
-Muy buena esa carne de héroe, joven - me comentaba una sexagenaria y dicharachera clienta-. No hay otra mejor para las hamburguesas que les hago a mis nietos.
Yo sonreía y asentía a la señora mientras pagaba con billetes con manchas de sangre reseca a un grueso y sudoroso charcutero que me recordaba al de Delicatessen.
-¡Hay que ver, mucho mejor la carne de héroe de hoy en día que la del 36! - exclamaba alborozada otra mujer.
Yo simplemente callaba y agachaba la mirada mientras salía del establecimiento con mi bolsita de carne de héroe y yendo a mi casa pensaba en los héroes que habían dado su vida en conflictos armados, matanzas, genocidios, atentados, para que nosotros pudierámonos comérnoslos y seguir viviendo. Pensaba también que antaño a los héroes se les enterraba y se les recordaba dignificándoles. ¡Qué cosas! Cómo había cambiado todo: Ahora a los héroes, a los que verdaderamente merecen ese nombre (no a esos titiriteros que viven de la farándula mediática, no a los generales ni a los ministros), a ésos mártires anónimos nos los comemos y a veces hasta nos indigestan. ¡Qué cosas! Cómo hemos terminado: Fagocitándonos sin pudor en las escuelas, en los bingos, en las calles, en los conventos.
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