8 de diciembre de 2004

Dedicatoria

A quien más quiero:
Nos bastaba mirarnos y sabernos. Nada importaban los silencios, el tedio de las primeras horas de la tarde. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad

Prestado del gran Miguel Delibes, en Señora de rojo sobre fondo gris.