Anécdota apócrifa-mesopotámica
Cuentan que Victor Hugo se encontraba en una recepción diplomática y que cada vez que el ujier anunciaba la llegada de alguna personalidad, Hugo apostillaba a los de su círculo próximo:
- Vôtre Excellence l'Ambassadeur de l'Angleterre!
- Oh, l'Angleterre! Oh, Ockham, Shakespeare, Hume!
- Vôtre Excellence l'Ambassadeur de l'Italie!
- Oh, l'Italie! Oh, Giotto, Leonardo, Torricelli!
- Vôtre Excellence l'Ambassadeur de l'Allemagne!
- Oh, l'Allemagne! Oh, Guttenberg, Novalis, Kant!
- Vôtre Excellence l'Ambassadeur de la Mésopotamie!
Se hizo entonces el silencio entre los amigos que hasta ahora habían comprobado la amplia cultura del escritor. Todos fijaron su mirada en él, expectantes ante cómo Hugo saldría de aquel brete. Reflexionó un instante y con tono entre calmado y melancólico dijo:
-Ah, la Mésopotamie! Ah, l'Humanité!
- Vôtre Excellence l'Ambassadeur de l'Angleterre!
- Oh, l'Angleterre! Oh, Ockham, Shakespeare, Hume!
- Vôtre Excellence l'Ambassadeur de l'Italie!
- Oh, l'Italie! Oh, Giotto, Leonardo, Torricelli!
- Vôtre Excellence l'Ambassadeur de l'Allemagne!
- Oh, l'Allemagne! Oh, Guttenberg, Novalis, Kant!
- Vôtre Excellence l'Ambassadeur de la Mésopotamie!
Se hizo entonces el silencio entre los amigos que hasta ahora habían comprobado la amplia cultura del escritor. Todos fijaron su mirada en él, expectantes ante cómo Hugo saldría de aquel brete. Reflexionó un instante y con tono entre calmado y melancólico dijo:
-Ah, la Mésopotamie! Ah, l'Humanité!
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home