Perdonen las disculpas

Me dicen mis amigos y conocidos que mi dejadez a la hora de postear me pasará factura, que así, con esta actitud indolente y perezosa, no ganaré el Gran Premio al Mejor Blog en la categoría de pesos pluma de este año... horreur.

Si por alguien lo siento no es por mí, sino por los que me leéis.

La verdad es que no escribo porque llevo un racha que no levanto cabeza. Entre lo de JP2, que me ha tenido en vilo durante el día y en vela (orando por su salud) por la noche, y lo de PB, que me ha sumido en la tristeza, no estoy yo muy centrado para darle a las teclas en plan literato (porque en plan proletario del código sigo, of course, hay que ganarse las habichuelas).

Lo que hago ahora, a menudo, es ver fotos, viejas y nuevas fotos. Será que ando un tanto ahíto de palabras, palabrotas y palabrejas, y a modo de escape, me sumerjo en la imagen, donde sólo se encuentra uno con sus palabras interiores, con sus palabras mudas y embrionarias.

Por eso mismo, a los que me leéis, os pido disculpas por mis ocasionales retiros espirituales. Hasta los escritores profesionales se toman vacaciones. Cuanto más yo, que no lo soy.