Reflexiones de Alfajarín
Egoismo infantil versus egoismo senil. Mio, mio, mio repetimos de niños hasta la saciedad. Mio, mio, mio seguimos repitiendo, casi con el mismo vigor, cuando somos viejos. Mio, mio, mio, tres veces mio, mil veces mio, cuando en realidad nada tenemos cuando nacemos y nada nos llevamos cuando morimos (ni siquiera el cuerpo, que es prestado y con fecha de caducidad)
Y en medio una vida que es un instante, apenas una débil flatulencia de un dios caprichoso y borrachín. Ni siquiera eso nos pertenece, nos es prestado. ¿A qué nos agarramos entonces con tanta insistencia, sino a la nada absoluta?
Y en medio una vida que es un instante, apenas una débil flatulencia de un dios caprichoso y borrachín. Ni siquiera eso nos pertenece, nos es prestado. ¿A qué nos agarramos entonces con tanta insistencia, sino a la nada absoluta?
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home