29 de noviembre de 2006

Pensar engorda

Así, como quien no quiere la cosa, he descubierto que pensar engorda. ¿Alguien lo duda? Juro que esto es tan cierto como que a mi abuelo se le apareció en la huerta la Virgen de los Dolores.
Fijaos en los filósofos o en los literatos: Excepto aquellos aquejados por algún mal estomacal o arrastrados por alguna fiebre ascética, son individuos fofos, fondones, orondos hasta no poder más. Observad, si tenéis ocasión, en las mollas que apenas pueden ser contenidas por la camisa y que rebosan ocultando la hebilla del pantalón... o qué decir de sus nalgas, tendientes a la cuadratura, revelando que pasan horas y horas pensando sentados (y es que ya no hay filósofos como Nietszche, que pensaba andando).
Ya sabía que pensar es una actividad perniciosa, tanto o más que leer, pero es que además engorda, coño. Me he apresurado a tomar mis medidas: procuro realizar cotidianamente acciones mecánicas e inconscientes, ver televisión un número de horas lo suficientemente elevado y he hecho acopio de múltiples ideas ajenas para no tener que elaborar las mías propias. Sé que este último punto podría parecer algo arriesgado: sustrayendo sin pudor las ideas de otros así al tuntún, puede darse que entre ellas se contradigan, y que al recitarlas cual papagayo en cualquier momento de mi intensa vida social pasara por un individuo inestable y desorientado, lo que comúnmente se conoce como un tarambainas.
Pero no tengo miedo: pocos son hoy los que escuchan y menos aún los que piensan. Y es que pensar engorda, coño.

3 Comments:

Anonymous Anónimo apunta

En filosofía de COU nos explicaron que la filosofía empezó en las clases altas, ya que eran las únicas que tenían tiempo para perderlo pensando. La prole estaba demasiada ocupada trabajando para no morir de hambre. Quizás es ahí donde empezó todo, lo de la gordura me refiero. La buena vida engorda, y solo los afortunados que pueden disfrutar de esa pasividad tienen tiempo para pararse a pensar. Trabaja más, raciona tus pensamientos y no engordarás.

00:34  
Blogger nihilsum apunta

Cierto, el pensamiento, el arte, la ciencia, cualquier expresión elevada de la cultura sólo puede ser llevada a cabo por personas que comen tres veces al día y tienen unas mínimas condiciones materiales: El Renacimiento, por ejemplo, surgió en un contexto de prosperidad y, por qué no decirlo, cierta opulencia de las ciudades-estado de la Italia del S. XV.
Pero a lo que yo me refiero es al juicio crítico individual, a la capacidad de análisis de la realidad que circunda al ciudadano medio, herramientas que considero indispensables.
En todo caso, mi post tiene un punto de humor ácido ahora que está tan de moda ser un spaghetti humano. Gracias por tu consejo, anónimo lector, pero no tengo intención alguna de trabajar más ni de dosificar mis recursos de autodefensa: no tengo vocación de tonto útil y menos aún de esclavo.

12:22  
Blogger Mel Alcoholica apunta

Coño, entonces es que soy irreflexiva.
O que con lo de pensar me pasa como con la cerveza, que acabo por pensar que eso de que encgorde es una leyenda urbana.

16:38  

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